CHARLA PEOR QUE COVID

10 septiembre 2020

Jesús a Santa Faustina Kowalska:«La lengua es un instrumento poderoso que puede hacer mucho daño. Murmurar o chismorrear nunca es asunto de Dios. El diablo es un mentiroso que suscita falsas acusaciones y habladurías que pueden acabar con la reputación de una persona. Rechaza la murmuración. Deja que los demás se comporten como quieran, tú compórtate como Yo quiero de ti. Aléjate de los murmuradores como de la peste». (Del diario de Santa Faustina Kowalska).

El Papa Francisco dijo con fuerza pastoral en el Ángelus: «La cháchara cierra el corazón a la comunidad, cierra la unidad de la Iglesia. El gran hablador es el diablo, que siempre va por ahí diciendo lo malo de los demás, porque es el mentiroso que intenta desunir a la Iglesia, alejar a los hermanos y no hacer comunidad. Por favor, hermanos y hermanas, hagamos un esfuerzo por no charlar. ¡El parloteo es una paliza más fea que el Covid! Hagamos un esfuerzo: nada de cháchara.

Las palabras, a veces, son peores que los cuchillos (al menos éstos hay que afilarlos antes de usarlos, ¡la lengua no!), se puede hacer mucho daño parloteando y cotilleando sobre los demás. En otra ocasión, el Papa nos recuerda que el charlatán pone una bomba en la comunidad y es como un terrorista. En la sociedad y en la Iglesia existe una «criminalidad de la cháchara» que deshumaniza a la humanidad y al mensaje de Cristo, el antídoto es el silencio y la oración que nos permiten volver sobre nosotros mismos para pensar en nuestra propia conversión, más que en la de los demás.

Cotillear es síntoma de una gran insatisfacción interior, cotillear es manchar el rostro de la belleza del otro para ensuciarlo con el veneno negro de nuestra lengua. Nosotros también nos volvemos «feos» al mirarnos en el espejo manchado con la sangre del hermano que matamos con nuestra lengua. Duele más la lengua que la espada, dice un proverbio, porque la lengua no tiene huesos, pero rompe huesos, nos enseña la sabiduría popular. ¿Cuánto bien y cuánto mal podemos hacer con el pequeño pero eficaz músculo de la lengua?

Santiago escribe: «Verás, incluso los barcos, aunque sean tan grandes y estén impulsados por vientos impetuosos, se guían por un timón muy pequeño hacia donde quiere el timonel. Del mismo modo, aunque la lengua también es una pequeña parte del cuerpo, es capaz de grandes cosas. Verás, ¡un incendio, por pequeño que sea, prende fuego a un bosque tan grande! La lengua también es un fuego, de hecho es como el mundo maligno la lengua entre nuestros miembros. contamina todo el cuerpo e incendia el ciclo de la existencia, teniendo su origen en Geenna. Pues toda clase de bestias, aves, reptiles y animales marinos son domados por la humanidad, pero la lengua nadie entre los hombres es capaz de domarla: es un mal que no descansa, llena de veneno mortal. Con ella bendecimos al Señor y Padre y con ella maldecimos a los hombres que están hechos a imagen de Dios. De la misma boca salen bendiciones y maldiciones (Stg 3,4-10)».

Concluyo con una oración propia:

Oh María, Virgen del Silencio,
ayúdame a no hablar mal de los demás.
Cada persona es imagen y semejanza
de Tu Hijo Más Hermoso: Jesús.
Sana mi corazón y mi lengua,
ayúdame a no «ensuciar» con palabras
la reputación y la dignidad de los demás.
María, Catedral del Silencio,
enséñame el silencio
para escuchar la suave brisa
del viento divino en mi corazón
y dame palabras de bendición
y esperanza para todos. Amén

fra Emiliano Antenucci(Artículo de Interris 9